San Martín

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Evangelio - Reflexión - Moniciones - Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo


PARROQUIA "SAN MARTÍN DE O GROVE"


Lectura del Santo Evangelio según San Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

REFLEXIÓN - NO SÓLO DE PAN

La experiencia del pueblo de Israel en el desierto es el punto de partida de las lecturas de este día tan importante. Allí el pueblo aprendió que su vida estaba en las manos generosas de Dios, que no dependía de sus propias fuerzas. El pueblo pasó hambre, se sintió desfallecer, se vio perseguido y acosado. Pero allí también experimentó el poder de Dios que con brazo fuerte y mano poderosa los libró de los enemigos, los alimentó y los llevó a la tierra prometida. Nada sucedió porque el pueblo fuese poderoso. Fue la pura gracia de Dios que les sacó de la esclavitud y les alimentó con el maná.
La comunidad cristiana se sabe hoy también en camino. Peregrinamos en busca de la morada definitiva. Cada uno, cada familia, sabe de las penurias y dificultades, de los momentos de gozo pero también de los muchos momentos de dolor y desesperanza. Sabemos por experiencia que nuestras fuerzas son pequeñas, que estamos muy limitados. Pero en medio de nuestro caminar siempre podemos hacer un alto, una parada en el camino, para celebrar con los hermanos y hermanas la Eucaristía. Es un tiempo de encuentro solidario, los rostros de los otros al entrar en la iglesia se nos hacen amables, brota el saludo, experimentamos la comunidad y, lo más importante, al que es el vínculo de unión de la comunidad, el que anima nuestra esperanza y da fuerza a nuestro caminar: Jesús. Juntos cantamos y alabamos, juntos escuchamos y meditamos su palabra, juntos damos gracias y compartimos su cuerpo y su sangre. Juntos celebramos la Eucaristía sabiéndonos miembros de una inmensa comunidad que está extendida por todo el mundo.
En la Eucaristía, en la misa, aprendemos que nuestro caminar tiene sentido, que a pesar del cansancio vale la pena seguir esforzándose. En la Eucaristía descubrimos que no estamos solos, que los hermanos y hermanas que nos rodean están comprometidos en el mismo camino, que Dios está con nosotros, porque se ha hecho alimento, el pan y el vino que dan la verdadera vida. “El que come de ese pan vivirá para siempre” dice Jesús en el Evangelio. Ahora ya sabemos que no sólo de pan vivimos. Sabemos que nuestro pan, nuestros esfuerzos, vale poco. Y reconocemos que en el pan de la Eucaristía, el cuerpo mismo del Señor, hallamos la vida verdadera, la que no se acaba, la que nos orienta en nuestro caminar.
Al salir cada domingo de la Eucaristía hemos recuperado las fuerzas. Los problemas afuera, en el trabajo, en la familia, en la ciudad, son los mismos. No han cambiado. Pero nosotros hemos recibido la visita de Dios en nuestros corazones. Y sentimos su gracia y su fuerza. Y seguimos caminando.
Fernando Torres cmf

MONICIÓN DE ENTRADA
Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Este día recordamos la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el Jueves Santo durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre. La Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, quedarse con nosotros después de la Ascensión.
La solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo nos recuerda que solamente en el Señor la humanidad encuentra el fundamento para una sociedad más solidaria, justa y fraterna. Jesús trae al mundo “el amor de Dios". En la comunión eucarística nos transforma en “Sí" y nos abre a los otros. No estamos divididos, sino que somos una sóla cosa en Él, nos une a los hermanos.
El Corpus Christi es la fiesta por excelencia de la caridad, del amor fraterno, sobre todo con los más necesitados, los más débiles, los más indefensos.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
El Señor nos proporciona un “Alimento para el Pueblo Necesitado”. A su pueblo en necesidad en el desierto Dios le dio maná del cielo para comer y agua de la roca para beber, y así pudieran marchar hacia la tierra prometida. Hoy, a nosotros cristianos, Dios nos da la Eucaristía, que nos ayuda a crecer en su vida y en nuestro camino hacia Él. Él es nuestro vino de alegría y resurrección.

Oración de los Fieles
Oremos para que Jesús, el Señor, sustente a todos los que tienen hambre de él en el camino de la vida. Y digámosle:
R/ Quédate con nosotros, Señor.
1. Para que en todo el mundo nuestro Señor sea la fuerza de los que reciben su cuerpo y su sangre, y sea su compañero en la vida. Roguemos al Señor
2. Para que Jesús, nuestro Señor, sea la fuerza de los que comparten su pan con sus hermanos, de forma que sirvan de inspiración para los que no saben todavía cómo compartir. Roguemos al Señor
3. Para que Jesús sea la fuerza de los que ganan su pan con dificultad y de todos los que o no tienen o han perdido su empleo. Roguemos al Señor
4. Para que Jesús, nuestro Señor, sea la fuerza de los enfermos que lo reciben en comunión y también de los que no pueden recibirle, para que de algún modo él esté siempre cercano a todos ellos. Roguemos al Señor
5. Para que Jesús, nuestro Señor, sea la fuerza para todos nosotros, reunidos aquí para la eucaristía; que él sea nuestra alegría y la fuente de nuestra unidad y de nuestra entrega a los hermanos. Roguemos al Señor
Quédate con nosotros, Señor, sé nuestra vida y nuestra felicidad, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.