San Martín

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La JMJ de Lisboa, al día: Vigilia con los jóvenes en el Campo de Gracia


 

PARROQUIA "SAN MARTÍN DE O GROVE"

María se levantó y partió sin demora

Misa con peregrinos españoles, 31-07-2023

(Homilía íntegra del cardenal Juan José Omella)

Textos: Ex 32,15-24.30-34   Sal 105   Mt 13,31-35 

Queridos Cardenales, Arzobispos, Obispos, sacerdotes, diáconos.

Seminaristas, jóvenes todos, venidos de tantos lugares de nuestra geografía hispana o de otros lugares de habla española.

I ¿Qué buscáis?

            Estamos ya en Lisboa. Por fin nos encontramos en la tan deseada JMJ 2023.Y el lema de estas Jornadas es muy bonito y muy significativo: “María se levantó y partió sin demora”. Y eso es lo que habéis hecho vosotros. Os habéis levantado y habéis partido sin demora. La pregunta es: ¿Qué buscáis?, ¿qué esperáis de estos días?

Es verdad que buscáis ver al Papa, encontraros con jóvenes de todo el mundo, pero si somos sinceros hay que decir que, en realidad, buscáis encontrar a Dios, mejor dejaros encontrar por Él.

Permitidme que os cuente la historia que me parece importante:

Un discípulo fue un día a ver al maestro y le dijo:

«Maestro, quiero encontrar a Dios».

El maestro le miró sin decirle nada y le sonrió.

El joven discípulo volvió cada día repitiéndole lo mismo.

Un día que hacía mucho calor el maestro pidió al joven que le acompañase al río para nadar. El joven se echó al agua. El maestro, que le seguía, le puso su mano sobre la cabeza y le mantenía debajo del agua. Cuando el joven comenzó a agitarse el maestro lo soltó y le preguntó qué era lo que más necesitaba y deseaba estando bajo el agua.

«El aire» le respondió el discípulo.

«¿Deseas tú a Dios con la misma intensidad?» dijo el maestro. «Si le deseas de la misma manera le encontrarás inmediatamente».

Si no sientes ese deseo lo buscarás con tu inteligencia, con tus labios y con tus fuerzas, pero no encontrarás a Dios. Mientras ese deseo profundo de Dios no esté despierto en ti, tú no vales más que un ateo. Incluso, a veces, el ateo es más sincero que tú.

Permitidme que os haga una pregunta: ¿Cómo llevas tú en tu interior este deseo de encontrar, mejor, de dejarte encontrar por Dios? ¿Lo deseas de todo corazón? Si no lo deseas de verdad, no lo encontrarás y volverás vacío a tu casa. Estas JMJ 2023 son un momento de gracia. Abre tu corazón de par en par al Señor y déjate llenar de su gracia y de su amor.

La Virgen María fue al encuentro de su prima Isabel y allí se encontró con ella y vivieron una gran experiencia de Dios, de tal manera que la Virgen llena de gozo cantó el maravilloso himno o canción que todos conocemos: el Magníficat.

II Aquí estoy

            San Ignacio de Loyola, cuya fiesta celebramos hoy, también buscaba a Dios sin saberlo, buscaba la felicidad. La buscaba leyendo libros de caballería mientras se recuperaba de la pierna rota en la batalla de Pamplona. Y se dio cuenta de que la alegría que sentía después de leer la vida de los santos era distinta de la que sentía cuando leía libros de caballería. Esa alegría duraba más y eso le llevó a buscar esa fuente de felicidad que es Dios. Sintió y descubrió que para encontrar a Dios, para dejarse encontrar por Él, tenía que despojarse del hombre viejo, del hombre pecador y empezar una nueva vida.

            Quizás a ti te pasa algo similar. Buscas la felicidad plena, pero hay cosas que te impiden dejar que Dios entre de lleno en ti. ¿Qué cosas son esas?

            Mira que texto tan bonito escribió una poetisa francesa en un diálogo que tiene con el Señor. Quizás te puedes ver reflejado en ese diálogo. Haz tuyo ese diálogo. Déjate interpelar. Escucha con atención:

            « Estoy aquí, Dios mío. ¿Me buscabas? ¿Qué querías de mí?

No tengo nada que darte».

« Desde nuestro último encuentro, no he puesto nada a un lado para ti.

Nada… ni siquiera una obra buena. Estaba demasiado cansada.

Nada, ni siquiera una buena palabra. Estaba demasiado triste.

Nada, sino el disgusto de vivir, el aburrimiento, la esterilidad».

« Dámelos »

« La prisa de cada día, por terminar la jornada, sin servir para nada,

el deseo de reposo lejano del deber y de las obras,

el desapego del bien por hacer

el disgusto de Ti, ¡Oh Dios mío!».

« Dámelos ».

« El sopor de mi alma,

Los remordimientos de mi flaqueza y la flaqueza más fuerte que los remordimientos…»

« Dámelos ».

« Turbaciones, sustos, dudas… » Podemos añadir también : los pecados

« Dámelos ».

« Señor, pero entonces Tú, como un trapero, recoges las sobras, las basuras.

¿Qué quieres hacer con ellas, Señor?».

« El reino de los cielos ».

[Poetisa francesa Marie Noël

1883-1967]

III Comunión, participación y misión

            Este encuentro de Lisboa está en el marco del camino sinodal que nos ha propuesto el Papa Francisco. Un camino cuya meta, y el mismo recorrido también, es la misión: Anunciar a Cristo a los hombres y mujeres de nuestro mundo. Dios nos ha traído a Lisboa, como llevó a los apóstoles a Galilea, para enviarlo a evangelizar: “Id, al mundo entero y haced discípulos míos”. Evangelizar es mostrar el rostro, la persona, el mensaje de Jesús, el Hijo de Dios, verdad, camino y vida para los hombres y mujeres de todos los tiempos. Y para ello el Señor cuenta con vosotros, cuenta contigo y conmigo.

¿Cómo hacerlo? Con palabras y con obras. Y, especialmente con las obras de caridad, de entrega a los más pobres y necesitados. Necesitados de bienes materiales, culturales y espirituales. Hay mucha hambre de paz, de cultura y de Dios, como decía hace años Manos Unidas.

            No quiero alargarme. Permitidme que recoja lo que San Ignacio le dice a San Francisco Javier cuando es enviado a predicar, a anunciar la buena nueva de Jesús a los pueblos de Oriente (India, Japón, China…). Tomo el texto del libro el Divino Impaciente.

CONSEJO Y DESPEDIDA

que le da San Ignacio a San Francisco Javier antes de partir para las Indias. Incluido en El Divino Impaciente, poema dramático en verso.

JAVIER

(Arrodillándose ante el P. Ignacio)

Sólo quiero

que me deis, por despedida,

la bendición y el consejo.

P. IGNACIO

Yo te bendigo, Javier:

que Dios bendiga tus hechos.

(Pausa. Alza los ojos un instante al cielo)

A grandes empresas vas

y no hay peligro más cierto

que este de que, arrebatado

por el afán del suceso,

se te derrame por fuera

lo que debes guardar dentro.

La vida interior importa

más que los actos externos;

no hay obra que valga nada

si no es del amor reflejo.

La rosa quiere cogollo

donde se agarren sus pétalos.

Pídele a Dios cada día

oprobios y menosprecios,

que, a la gloria, aun siendo gloria

por Cristo, le tengo miedo.

No te acuestes una noche

sin tener algún momento

meditación de la muerte

y el juicio, que a lo que entiendo,

dormir sobre la esperanza

de estos hondos pensamientos

importa más que tener

por almohada, piedra o leño.

Cada mañana tendrás

con la Señora, algún tierno

coloquio, donde le digas

esos dolores secretos

que a la Madre se le dicen

de modo más desenvuelto

que no al Padre, que por ser

el Padre, da más respeto.

Mézclame, de vez en cuando,

en el trabajo requiebros

y jaculatorias breves,

que lo perfuman de incienso.

Ni el rezo estorba al trabajo,

ni el trabajo estorba al rezo.

Trenzando juncos y mimbres

se pueden labrar, a un tiempo,

para la tierra un cestillo

y un rosario para el cielo.

Escríbeme, por menudo,

tus andanzas y sucesos:

ni los agrandes por vano,

ni los calles por modesto;

que de Dios serán las glorias

y tuyos solos los yerros

(Con honda emoción, poniendo

sus manos sobre la cabeza de Javier.)

Piensa que ya en esta vida

no volveremos a vernos.

Te emplazo para la gloria,

que para los dos la espero,

por la bondad del Señor,

que no por méritos nuestros.

Mientras tanto, Javier mío,

porque no nos separemos,

llévame en tu corazón,

que en mi corazón te llevo.